lunes, 26 de agosto de 2013

Tres cosas forjan a un buen hombre...D. Víctor Corral Castro

        Tras una jornada agotadora de camino, una siesta reparadora y una de esas misas que te elevan a la gloria oficiada por D. Antonio Algora en una pequeña iglesia románica de la localidad de Baamonde, un grupo de los peregrinos de la diócesis de Ciudad Real decidimos ir a visitar la casa museo de un artista local, Don Víctor Corral Castro.



        Tras preguntar la dirección de la casa museo llegamos a una tapia de piedra con una bonita puerta que daba acceso a un enorme jardín sembrado de magníficas esculturas talladas en piedra y madera que podían observarse recorriendo unas sendas delimitadas en un verde y fresco césped. En el punto mas alto de una de estas sendas, se encontraba D. Víctor, quien rápidamente nos explicó con todo lujo de detalle toda su obra que se encontraba expuesta en su jardín.



        Rápidamente y sin darnos tiempo casi a preguntar nos invitó a pasar a su casa, la que según nos comentó había hecho con sus propias manos, al igual que todo lo que había hecho en la parcela. Un mundo mas maravilloso aún se nos reveló ante los ojos como por arte de magia. Tallas en madera, en marfil, en piedra. Esculturas de hierro fundido entre las que se encontraban el modelo de una escultura realizada por D. Víctor de un peregrino que se les entrega a las personalidades que terminan el camino. Pinturas de diversas técnicas e incluso poemas (uno de los cuales me pidió por favor que leyese en alto) enmarcados y colocados en la pared de la maravillosa vivienda museo de D. Víctor.

    


        Acto seguido nos condujo a su taller, al lugar donde el realizaba parte de sus obras, una dependencia con una de las paredes forrada de artículos de prensa en los que el o sus obras aparecían, fundiéndose de manera magistral con su banco de trabajo, sus herramientas o alguna de sus obras en ejecución. Tras esto nos enseño una pequeña ermita de la que se siente orgulloso y al igual que todo, lo había hecho con sus manos. Finalmente nos despedimos y tuvimos la oportunidad de hablar mas íntimamente con el, practicamente como si nos conociese de toda la vida y en ese momento, nos regaló un poquito mas de su arte, de su personalidad, jamás podre olvidar a D. Víctor pronunciando una frase que me llegaría al alma, "tres cosas forjan a un buen hombre, honradez, humildad y espiritualidad". En ese momento, me prometí que volvería algún día a visitar a D. Víctor, volvería para sentirme igual de bien.