Son las 7:00 de la mañana, el sol
empieza a acariciar tímidamente los tejados con el permiso de una huidiza
niebla que parece querer escapar de los cálidos rayos que sumerjan a la tierra
en un nuevo día. Las gaviotas vuelan y graznan despidiendo a un grupo de 53
peregrinos que no saben a que se van a enfrentar, que no saben que les espera,
si será duro, si será intenso, si habrá un final y si llegarán a el, 53
peregrinos que…casi no se conocen entre ellos. 53 voces, 53 interrogantes
iguales; ¿Qué hago yo aquí?, 53 almas y al menos 53 razones, 53 corazones, 53
pares de pies que caminan al ritmo de sus latidos, al ritmo que les marcará el
camino porque en el camino hace falta condición física, pero también hace falta
corazón, pero no solo para bombear sangre con brío, también debe impulsar animo
a su propietario y animo a los que le acompañan, consuelo a su propietario…y a
los que le acompañan, amor fraternal, alegría y hasta júbilo aunque no sea año
de jubileo.

Los
sentidos se activan y poco a poco vas haciéndote a la idea de lo que te queda
por delante pero también eres consciente de lo que dejas atrás, cada paso es
uno menos, han esperado mucho tiempo para esto y la cuenta a la inversa acaba
de comenzar porque 53 manchegos fuera de su contexto habitual acaban de
encender juntos, sin saberlo, una serpenteante mecha que recorrerá parajes
bellos, ascenderá por duras rampas, o en la que encontrará descanso conversando
con algún compañero o incluso con algún lugareño.
Aprenderás
a amar el silencio y aprenderás a amar el murmullo. Aprenderás a abrirte a los
demás en silencio y te abrirás a los demás al unísono de ese murmullo.
Aprenderás a valorar a los tuyos en silencio y de forma sonora lo expresarás
sin expresarlo. Aprenderás a valorar el silencio desligándolo del concepto que
tiene la mayoría de la gente como algo vacío, llenándolo con tus inquietudes,
tus ideas, tus plegarias o tus motivaciones.
La tierra
del camino es agradable. Ver tu huella marcada en ella es un fabuloso
indicador, es la muestra mas visible de tu avance y en ese avance comprobarás
que la tierra del camino es el soporte de la vida y que el sufrimiento y las
lágrimas que derrames en el serán el estímulo necesario para que germinen
valores, amistades o incluso recuerdos. Jamás te sentirás solo en el camino, en
todo momento te acompañará alguien, por solo que te sientas o que lo estés.
Aprenderás a recordar y a disfrutar de los recuerdos aprendiendo a…revivir.
La compañía
siempre será bien recibida y en el camino aprenderás a valorarla. Aunque
parezca duro, también aprenderás a estar acompañado y a echar en falta la
compañía, porque no todos los peregrinos van a ser compañeros, el camino es
como la vida, puedes estar acompañado por alguien y sentirte miserablemente
ignorado pero esto; solo es carburante para valorar a las compañías de verdad,
sus miradas, sus sonrisas por tímidas y poco esbozadas que sean, sus atentos
silencios o sus consejos…el camino es un ejercicio de amistad increíblemente
sorprendente, es un taller en el que todos tus sentidos y actitudes se podrán
en marcha, tus valores se perfilarán y gracias a miles de aportaciones…el
camino te cambiará.
¿DOLOR?
IMPULSO, el
dolor es un estado mental, el dolor se combate, el dolor se supera y aunque
pienses en abandonar, eres consciente de que una estúpida palabra de cinco
letras no te va a hacer abandonar, no te va a impedir llegar a tu objetivo, no
te va a separar de los tuyos, al contrario, te va a impulsar y te va a enseñar
a no maldecir, te va a enseñar a avanzar y a sentir satisfacción, va a hacer
que creas en ti mismo, va a hacer que valores tu trabajo y tu esfuerzo, te va a
reafirmar como persona.
Durante el
transcurso del camino y tras hablar con diversas personas te darás cuenta que
el camino es un baúl de secretos intercambiados, se te confiarán secretos y tu
confiarás secretos. Serás consciente de la relatividad de tus problemas y serás
participe de problemas mayores, aprenderás a consolar y a intentar acarrear con
el dolor de otra persona o a que te ayuden acarreando el tuyo. En el camino
forjarás un vinculo de hermandad si así lo deseas, pues encontrarás gente
buena, genial, estupenda y hasta incluso conocerás ángeles de carne y hueso con
ciertas pintillas “hipilonas”…o tal vez tu lo seas para alguien. Incluso si te
descuidas, puedes encontrar un abuelo en el camino…puede pasar de todo.

Tu bordón o
tus bastones serán el menor de tus apoyos, estos se convertirán en
prolongaciones de tu cuerpo con los que acabarás estando tan familiarizado que
los echarás en falta si no caminas con ellos; los apoyos, en el camino
conocerás a alguien que se convierta en un apoyo, en el bastón mas necesario en
la cercanía del camino…acabarás estando tan familiarizado que lo echarás en
falta, no solamente en el camino, sino en el día a día.
Dicen que
“con pan y vino se anda el camino” aunque yo creo que esto no es así. Yo creo
que “la oración, junto al pan y al vino son el mejor sustento del peregrino”.
En el camino serás consciente de las miles de formas que hay para rezarle a
Dios, incluso te darás cuenta, que agradecer algo, ayudar o compartir, son la mejor
oración hecha realidad que puedes ofrecerle a El Señor.

Y los
paisajes…recorrerás un mundo de fantasía, creerás tocar el cielo al culminar una cuesta, caminarás al arropo de hileras de
árboles a ambos lados del camino cuyas copas se abrazan formando la bella
bóveda del templo del “caminar por el camino” mientras el sonido del agua te
parecerá una perfecta sinfonía. Descubrirás bellas estructuras, seguro que los
horreos te fascinarán y si le pones un poquito de imaginación podrás compararlos
con cualquier iglesia, ya sea una humilde ermita o una majestuosa catedral,
Dios nos protege en su interior, dentro de su “horreo” como la mejor de las
cosechas, como su bien mas preciado, al igual que el labrador lo hace con las
suyas.


Sin darnos
cuenta han pasado ya varios días. Son las 10:30 de la mañana y el sol luce
espléndido en lo alto de la bóveda celeste, vas atravesando Santiago a toda máquina
y con la sensación del trabajo bien hecho, las gaviotas vuelan y graznan dando
la bienvenida a un grupo de 52 peregrinos que avanzan con el espíritu del
peregrino número 53, con el en su recuerdo y con el lamento por no tenerlo
junto a ellos como motivación extra, salir juntos y llegar juntos como forma de
caminar el camino. La travesía se hace eterna hasta que bajas unas escaleras
cruzando un arco en el que hay apostado un gaitero, ya huele a Obradoiro, ya se
empieza a saborear la gloria y sin darte cuenta a tu izquierda se alza
majestuosa la Catedral. La
mecha está casi tocando la pólvora, pero guardando cierto paralelismo con el
mito de Prometeo, sin darnos cuenta se ha regenerado y ha comenzado a arder de
nuevo, pues el final del camino es el principio de otro.

Y ahí
estaba yo, frente a ella, guardando un minuto de silencio en mi mas intima soledad
aunque rodeado por cientos de peregrinos radiantes, sintiendo el abrazo de los
míos, de mi familia, de mis amigos, recordando al peregrino que fue y volvió
por el mismo camino, el que no tuvo flechas y el que no consiguió Compostela ni
reconocimiento, al anónimo, al que me quería parecer yo…hasta que Joserra y
Belén me abrazaron e hicieron que me sintiera como el mas afortunado de los
desconocidos hecho amigo, una de las muchas bendiciones del camino, de mi vida,
del camino de los caminos.
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La última
sorpresa se hizo de rogar y el tiempo hizo que esperara impaciente parte de la
recompensa, reencontrarme con algunos amigos,mi compadre Carlos, Eva y Gemma, con los que
pude hablar de hermanos y de EL, de uno de mis motivos, de uno de mis guías y
de uno de mis mejores amigos, de El Señor de la Ciudad, de mi Nazareno de
San Pedro querido, porque la mejor de las guindas del camino, no podía ser otra
que pasar un buen rato con amigos, hablando de buenos amigos.
Te sitúas
tras Santiago y vuelves a preguntarte; “¿Qué hago yo aquí? La verdad es que no
lo se”. Te respondes a ti mismo, te tomas una pausa y concluyes tu intima
respuesta: “De momento le doy el abrazo a Santiago y le prometo que el año que
viene, nos vemos”.
Desde aquí quiero expresar mi agradecimiento a toda la gente que ha hecho posible esta aventura, este camino, el primero de la que espero sea una larga lista. Quiero dar las gracias al equipo de intendencia de la Diócesis, es impresionante el trabajo que hacen. Otro punto muy importante es el equipo de sacerdotes que junto al obispo nos han enseñado miles de cosas, pero sobre todo, a ver de una manera mas humana y diferente sus posiciones, con gente así da gusto, Gracias de corazón.